viernes, 25 de enero de 2013

José María Fonollosa

Broadway 

El amor es un juego apasionante 
y el mejor sustituto del amor. 
De aquel amor inmenso, el amor único, 
que uno halla varias veces por el tiempo. 

El recíproco amor es lo más bello. 
Lo sabemos los dos. Pero es muy grande 
el vacío que se abre entre el amor 
que se ha ido y el amor que aún no ha llegado. 

¿Por qué llenarlo, pues, con la tristeza 
si es posible colmarlo de sonrisas? 

Si se ha ocultado el sol pueden los faros 
del coche iluminar la carretera. 
Mientras llega otro amor buscando el nuestro 
juguemos, sólo juego, a enamorarnos. 

Juguemos a querernos, sin querernos, 
hasta el día en que alguno de los dos 
vuelva a sentir amor por cualquier otro. 
El amor es hermoso aun como juego.

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