domingo, 31 de marzo de 2013

Yosa Buson

Bosque de Bambú

Pasó el ayer,
pasó también el hoy:
se va la primavera.
La flor del té,
¿es blanca o amarilla?
Perplejidad.
Melancolía,
más que el año pasado:
tarde de otoño.




Primavera

Encender una vela
con otra vela;
una noche de primavera.



Acercando el brasero
a los pies,
parece tan lejos del corazón.



Lentos días pasando, acumulándose,
¡Qué lejos están,
las cosas del pasado!



Tras de mí,
viejo y débil,
flores esparciéndose.



Te vas, -
¡Qué largo el camino!
¡Qué verdes los sauces!



Esto es todo:
el camino acaba
en el huerto.


sábado, 30 de marzo de 2013

Rosa Chacel

Apolo

Habitante de los anchos portales
donde el laurel de la sombra oculta el arpa de la araña,
donde las losas académicas,
donde las arcas y las llaves mudas,
donde el papel caído
recubre el polvo de frágil terciopelo.

¡El silencio dictado por tu mano,
la línea entre tus labios sostenida,
tu suprema nariz exhalando un aliento
como brisa en las praderas,
por gemelas vertientes recorriendo los valles de tu pecho,
y en torno a tus tobillos un espacio
pálido como el alba!

¡Eterna, eternamente un universo a imagen tuya!
Con la frente a la altura de tu plinto,
viniendo de aritméticas vacías como claustros,
de cielos oprimidos como flor entre páginas,
¡eternamente! dije, y desde entonces,
¡eternamente! digo.

Beso a mi voz, que expresa tu mandato,
la suelto y voy hacia ti, como paloma
obediente en su vuelo,
libre en la jaula de tu ley.

El trazo de tu norma, en el basalto
de mi inocencia oscura,
el paso de tu flecha ¡para siempre!
Y hasta el fin tu soberbia.
Sobre mí, solo eterno
tu mandato de luz, Verdad y Forma.

viernes, 29 de marzo de 2013

Vinicius de Moraes

Mujer al sol

Una mujer al sol es todo mi deseo,
viene del mar, desnuda, con los brazos en cruz
y la flor de los labios abierta para el beso
y en la piel refulgente el polen de la luz.


Una hermosa mujer, los senos en reposo
y caliente de sol, nada más se precisa.
El vientre terso, el pelo húmedo y una sonrisa
en la flor de los labios, abierta para el gozo.


Una mujer al sol sobre quien yo me arroje
y a quien beba y me muerda y con quien me lamente,
y que al someterse se enfurezca y solloce,


e intente rechazarme, y que al sentirme ausente
me busque nuevamente y se quede a dormir
cuando yo, apaciguado, me disponga a partir.




Soneto

Esa mujer que se arroja fría
y lúbrica en los brazos, y a sus senos.
Me aprieta, me besa y balbucea
versos, rezos a Dios, votos obscenos.


Esa mujer, flor de melancolía
que ríe de mis pálidos recelos,
la única entre todas a quien di
caricias que jamás a otra daría.


Esa mujer que a cada amor proclama
la miseria y grandeza de quien ama
y feliz de mis dientes guarda huella.


¡Un mundo, esa mujer! Es una yegua
quizás, pero en el marco de una cama
nunca mujer alguna fue tan bella.



Versión de Mariano Ramos

martes, 26 de marzo de 2013

Nazim Hikmet

Me acostumbro a envejecer, es el oficio más difícil del mundo...

Me acostumbro a envejecer, es el oficio más difícil del mundo,
llamar a las puertas por última vez,
la separación para siempre.
Horas que corréis, corréis, corréis...
Trato de comprender a costa de dejar de creer.
Te iba a decir una palabra pero no pude.
En mi mundo el sabor de un pitillo por la mañana
con el estómago vacío.
La muerte antes de llegar me envió su soledad.
Envidio a los que no se dan cuenta de que envejecen,
                                                                 tan ocupados están con sus cosas.

12 de enero de 1963
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

 

Me han cerrado todas las puertas...

Me han cerrado todas las puertas
todas las cortinas
ni un pañuelo de azul
ni un puñado de estrellas.
Amor mío, ¿es que va a sorprendernos aquí la muerte
                                   sin que podamos salir de esta ciudad?


Leipzig, 3 de agosto de 1959
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)
 

domingo, 24 de marzo de 2013

Elvio Romero

Fuego primario 

Mirarte es ver colinas,
mirarte así tendida, detenida y desnuda,
situando planicies de arena en las axilas,
desnuda y dividiendo la blancura caliente de las sábanas,
mirarte es ver que oscuros orígenes te pueblan,
que el aire te enajena por urnas inasibles,
si te miro desnuda...

Hay cuestas y hay declives,
hay en tu piel suaves territorios de nubes sensitivas,
hay humos y adherencias de ardorosa madera,
hay una sombra ilesa que escapa del asedio,
si te miro desnuda.

Se ve que en tu cintura
se doblan valles que arden con vientos incesantes;
se ve, rosado y táctil, nimbado por rumores,
el hoyo de agua nívea que tu vientre arremansa
como un rosado tiesto de palpitantes flores,
si te miro desnuda.

Mirarte es ver colinas,
lluvias que se diluyen respirando en tus pechos,
es embestir un campo de tierras onduladas,
es llegar al origen de la sangre,
es imantarse al golpe
que oscuramente sube de tu boca y tus trenzas,
y es imposible entonces no acosarte y vencerte
con sedientas hogueras.

Si te miro desnuda.


De "De cara al corazón" 1961


Huésped

Había entrado.

               La que más sabe, la que puso el oído
y escuchó atentamente la negación, el pacto,
lo dicho y desdecido; la que vio el cambio
de color de tus labios, precipitarse
lo inesperado, la puesta en pie, la aventura
y el alba, el beso,
la alegría.

               La noche había entrado.

               La que más sabe.

De "Un relámpago herido" 1967"

lunes, 11 de marzo de 2013

Mario Rivero

Balance

Es terrible no encontrar a dónde ir...

De las casas unas están destruidas,
sin lecho, a oscuras y con telas de araña,
con lepras en los muros y con espectros tristes,
otras se alzan tan falsas como un decorado.

Del palacio o la casa encantada,
la tapicería vemos gastada, anticuada.
No hay belleza en aquel lugar, no hay misterio,
y continuamos nuestro aislado camino,
en el jardín gotea el surtidor del cansancio.

Hay posadas que ya no se abren más por nosotros,
con las que hemos perdido el contacto,
cuando exentos de excusa, buscamos,
titubeantes como un extranjero,
o aun como mendigos, lejanos, extraños...

Es terrible no saber a dónde ir,
al final del día muerto
a la hora en que a veces se bebe, o se mata.

Encontrar que no hay sendero,
no hay camino, no hay puerta, donde llamar,
en la fatua sonrisa del triunfo,
o en el pobre final, consumida ¡la Casa del Alma!


Lágrimas
                                       "En el juicio Final sólo se
                                               pesarán las lágrimas"
                                                                            Cioran


Conozco las lágrimas.
Sé de las lágrimas.
Un negro rocío cuyo sabor perdido
                                         de nuevo encuentro.

He llorado de noche, a la orilla del mar,
oprimido por el dardo de la belleza...

Sollozado lágrimas por alguna espantosa
                                                                                  verdad,
secretamente. Serio como la muerte.
Donde no hay nada para engañar.
O desde lo alto de los tejados, donde
todos pudieran verme.
He llorado bajito, bajo, así de afligido
-medio-triste medio-enfermo-
por los nobles árboles desarraigados
                                                                viejos y negros...
Porque la mañana y la noche vienen otra vez
                                                                ¡y siempre otra vez!
y una vez más, en inextinguible y eterno infierno.

¡He vivido cargado de lágrimas!
Han brotado mis lágrimas
en algún estupor de vino y silencio...
He llorado cubierto por mi sudor de sangre
en mi Huerto-de-los-Olivos. Herida el alma
en la despedida mas breve.

Compartido anónimos ruidos de lágrimas
en que prevalece, la secreta tristeza del
                                                                                mundo.

Y sorbido la lágrima desde un párpado...
Una gota sola que cae, con impulso tierno
como e! de la rota cuerda de un arpa.

¡He llorado! ¡Llorado de amor o añoranza!
De vergüenza y orgullo. ¡De puro anhelo!
Lágrimas de vida y de muerte,
me han hecho verter una serie de pequeños hechos.


lunes, 4 de marzo de 2013

Paul Géraldy

Ternura

¿Me amas? ¿Qué estás haciendo? Ni una palabra dices.
Aproxímate a mí.
Deja por un momento lo que te ocupa ahora.
Ven a sentarte aquí.

Tendré mucho cuidado. Trataré que tu falda
no se vaya a arrugar.
Quitemos los cojines, si acaso te incomodan,
y vente aquí a sentar.

Picaroncita. Dame las manos. Que tus ojos
se fijen bien en mí.
¡Si a comprender llegaras cuánto es lo que te quiero!...
Mírame más... Así...

Debes ver en mis ojos que te entregué a ti sola
entero el corazón.

¿No lo estás comprendiendo?    Tan grande es esta noche,
¡tan grande es mi pasión!

Pero no lo comprendes, no puedes comprenderlo...
¿Cómo que dices " sí"?
¡Qué corazón tan bueno! ¡Qué amable! Y qué ternura
siento ahora por ti.

Sólo es para que puedas ahora darte cuenta...
Pero ¿oyéndome estás?
Sólo es para que sepas... En fin... De que te quiero
bien te convencerás.

Vuelve hacia mí los ojos. Mírame enternecida
porque llorando estoy.
Nada como tus ojos y tu frente... ¡Qué dicha,
pues de ellos dueño soy!

Inclina la cabeza del lado de la lámpara...
así te quiero ver.
¡Y déjame las manos, como si banda fueran,
en tu frente poner!

Gran ternura condensan tus ojos y tu frente
en mi triste vivir.
¿Dices que es cierto... es cierto? Te adoro, y bien quisiera
hoy hacerte sufrir.

Versión de Ismael Enrique Arciniegas

sábado, 2 de marzo de 2013

Louise Elisabeth Glük

Lamium

Así se vive cuando tienes un corazón helado.
Como yo: entre sombras, arrastrándose sobre la roca fría,
bajo las copas inmensas de los arces.

El sol apenas me alcanza.
A veces, al comenzar la primavera, lo veo elevarse a lo lejos.
Luego crecen las hojas sobre él, hasta cubrirlo todo.
Siento su brillo entre las hojas, vacilante,
como quien golpea un vaso con una cuchara de metal.

No todos necesitan de la luz
en igual medida. Algunos
creamos nuestra propia luz: una hoja plateada
como un sendero que nadie puede recorrer, un lago de plata
poco profundo bajo la oscuridad de los arces.

Pero esto ya lo sabes.
Tú y aquellos que piensan
que viven por la verdad, y en consecuencia,
aman todo lo que es frío.


Maitines 2

Ocurre contigo que eres como los abedules:
no debo hablarte
de modo personal. Muchas
cosas han pasado entre nosotros. ¿O
sólo me ocurrieron a mí? Me
siento culpable, culpable, te pedí
humanidad; no soy más menesterosa
que los otros. Pero la ausencia
de todo sentimiento, de la menor
preocupación por mí... También podría
dirigirme a los abedules
como en mi vida anterior: dejemos
que lo hagan del peor modo, déjales
que me entierren con los románticos,
que sus hojas amarillas y afiladas
caigan sobre mí
y me cubran.

De "Iris salvaje"
Versión de EduardoChirinos