sábado, 26 de febrero de 2011

Ernestina de Champourcín

Voy a arraigar en ti...


Voy a arraigar en ti. Mis fuerzas más oscuras
remueven lentamente la tierra de tu alma.
Quisiera penetrarte y enraizar mi esencia
sobre la carne viva que nutre tu fervor.

Ahondaré en ti mismo y abrasará tu sangre
el fuego de la mía rebelde y soñadora.
Invadido por mí, derribarás la cumbre
que te aleja del cielo.

¿No sientes mis raíces? Tu tallo florecido,
ebrio de sí, eterniza mi cálida fragancia.
¡Irguiéndolo alzarás la copa de mi frente,
hasta volcar su zumo en los labios del sol!

 
Soledad


Todos van, todos saben...
sólo yo no sé nada.

Sólo yo me he quedado
abstraída y lejana,

soñando realidades,
recogiendo distancias.

Cada pájaro sabe
qué sombra da su rama,

cada huella conoce
el pie que la señala.

No hay sendero sin pasos
ni jazmines sin tapia...

¡Sólo yo me he quedado
en la brisa enredada!

Sólo yo me he perdido
en un vuelo sin alas

por poblar soledades
que en el cielo lloraban.

Sólo yo no alcancé
lo que todos alcanzan

por mecer un lucero
a quien nadie besaba.

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