lunes, 30 de mayo de 2011

Miguel Ángel W. Mawey

Os dejo un poema de un hombre que intuyo excepcional. Sus poemas así me lo dicen, sensible, maduro, generoso y entregado.

SELVA


Algunas noches
regreso al continente de mis sueños
más libres y salvajes,
aquellos que perduran en mi mente
de extensión africana.
Y regreso a mi selva
desarmado de lágrimas
y soledades.

Conozco este terreno
como la palma de mi mano:
El brillo almibarado de aquel cráter
donde la fuerza de un cometa
sembró de luz la flor primera.
El último recodo
del río de la vida
cuyos verbos mis aguas amansaba.
Allí donde la sombra de un baobab
a mediodía,
cobijaba los besos
que saciados, dormitaban.
Conozco bien las huellas arrugadas
de imponentes caricias
que en manada, a su paso
dejaban mariposas
debajo de las sábanas.

Pero esta noche
de lenguas aparcadas en la acera
y manos congeladas,
saldré de cacería sin más armas
que el alma limpia y preparada.
He seguido su rastro
y espero agazapado
detrás de mis recuerdos
que pasen dos palabras, un amor
o tal vez la esperanza.

Pues esta noche oscura,
tan completa de lágrimas
y soledades,
necesito de todas ellas
para sentirme vivo
cuando llegue la aurora,
para que no me alcance con su rayo
la nostalgia.

Miguel Ángel W. Mawey octubre 2009

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